Me asomo a la ventana de la clase, blanca y de aluminio, el día es soleado y brillante, unas cuantas nubes cruzan suavemente el cielo. Observo y puedo ver unos edificios amarillos de muros gruesos que constituyen mi colegio, me tapan la vista, pero me conformo con lo que veo. En uno de los tejados de color rojo hay una mesita azul de plástico, que parece disfrutar del cálido sol; en otro de los tejados, la ropa tendida ondea como bandera al viento, secándose.
Una mariposa acaba de pasar volando, sus delicadas alas se mueven con rapidez. A lo lejos, la línea del horizonte se difumina con el azul del cielo. Se divisa claramente el mar, que tranquilo baña mis costas con dulzura, no hay ni un barco. A la izquierda se levanta un imponente edificio de color rosa, mientras que a la derecha, podemos ver el Valle de La Orotava; una montañita solitaria se eleva con una ermita en sus alturas. La cara norte de dicha montaña está colmada de pequeños arbustos y árboles, la cara sur está seca, no hay vegetación. Aún más lejos unas grandes montañas no me dejan ver más y unas nubes esponjosas y amenazantes se acercan. El Valle es salpicado de innumerables casitas de colores que parece una lluvia de confeti, hemos estado de fiestas. Aunque no puedo ver el Teide, sé que está nevado y que es símbolo de pureza.
Las palomas revolotean libres por el cielo y eso me hace regresar al mundo humano…esos son los efectos que causa la hermosura de mi tierra, de mi hogar:
El Valle de La Orotava.
Elena Márquez Gómez
martes, 16 de marzo de 2010
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Me gusta mucho este texto, tiene mucho contenido y habla con vocabulario muy correcto. En general está muy bien escrito. :D
ResponderEliminarGracias Paula.
ResponderEliminarMe encanta esta redacción está muy bien hecha, descripciones...etc. Transmite paz! ;)
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